viernes, 7 de agosto de 2015

TRABAJAR CON EMOCIÓN: UN SECRETO MÁS PARA SER FELIZ

TRABAJAR CON EMOCIÓN: UN SECRETO MÁS PARA SER FELIZ
Rosalía Nalleli Pérez-Estrada
rosalia_na@hotmail.com
Artículo publicado en el Periódico Síntesis, el día 7 de agosto del 2015

Al igual que el Británico y polémico Mick Jagger llega a sus más de 72 años festejándolo con planes de hacer otro álbum y de seguir cantando hasta que su voz se apague, los seres humanos deberíamos de buscar una manera de mantenernos activos con acciones  trascendentes hasta que tengamos que abandonar la tierra o fundirnos para siempre en ella, en el descanso del olvido o del recuerdo eterno.
Para lograr el recuerdo eterno, nuestras funciones diarias son las que marcan la diferencia: además de que nos dan de comer, en la domesticación social, nos caracterizan y nos hacen únicos, en nuestra profesión u oficio. Su envergadura principal reside en que nos insertan en la sociedad,  reafirman nuestra personalidad -siempre inconclusa- y nos mantienen ilusionados por vivir en el futuro. 
Nuestra ocupación o profesión, fortuita o elegida, nos lleva a la trascendencia local o internacional y es incluso transitoria o infinita.  Y, si somos docentes, aunque no firmamos leyes ni creamos  decretos nacionales para redirigir al mundo, sí ayudamos a crear nuevos mundos en la mente de los individuos que trabajan con nosotros. La importancia de quien sirve a otros por medio de la educación es tal que, si la desempeña con gusto y con pasión, se dará cuenta que la firma, con tinta indeleble, de sus decretos y leyes trasciende cuando logra que su ideología sea aplicada en la vida diaria de sus alumnos.
Asi, comparando a la docencia con la trascendencia de un doctor que salva vidas, nosotros salvamos mentes y corazones si nos desempeñamos con honestidad, interés, respeto, entrega y pasión hacia nuestro trabajo. Por mencionar otro caso, la importancia de nuestro quehacer docente podría ser comparada con aquella que logra un especialista de la cirugía estética, como es el caso de Fernando Molina Montalva, famoso cirujano Mexicano con trascendencia mundial, que quizás no salva vidas de la muerte, pero si salva vidas de la muerte en vida, cuando alguien, con alguna malformación congénita, se le acerca y pide su ayuda para que se vea mejor y pueda insertarse de manera más segura en la sociedad. Su trabajo y pasión inigualables se aprecian cuando al llegar a su consultorio se ve entrar y salir a gente con modificaciones hechas de todo tipo y sale feliz con el cambio. Al final de cuentas, lo que representa la felicidad para unos, no siempre es la felicidad para otros.

Lo mismo pasa con el docente cuando recibe a un niño con poca confianza en sí mismo y este le ayuda a descubrir sus talentos y lo prepara para enfrentar al mundo. Jacques Delors (1997), -en este descubrimiento de los talentos- dice que la educación tiene la misión de permitir a todos sin excepción hacer fructificar todos sus talentos y todas sus capacidades de creación, lo que implica que cada uno pueda responsabilizarse de sí mismo y realizar su proyecto personal y, en este aspecto,  el proyecto personal no necesariamente apunta a una profesión sino a la responsabilidad de su vida misma.  Consciente  que no por tener una profesión triunfará en el mundo. Su triunfo lo logra cuando descubre su verdadera vocación y la desempeña con pasión y amor. ¿Para qué tener un médico renegado, si puede ser un comerciante feliz? ¿Para qué crear a otro docente, si será un docente frustrado, que sufrirá por trabajar tiempo completo, con niños o aprendizajes que no lo llenan  y refunfuñará cada que tiene que requisitar formatos o que tiene que asistir a una capacitación; si quizás sería más feliz regando plantas en su casa y creando un invernadero? En este caso, la importancia del trabajo consciente de un docente es tal, que a diario recibe joyas preciosas en bruto -de básico a posgrado- y  la esencia de su trabajo radica en el bien que hace a la gente cuando con él aprenden contenidos y a su lado desarrollan pasión y gusto por lo que hacen en su vida; al compartir sus conocimientos conceptuales  y al mismo tiempo su forma de apreciar al mundo para insertarse eficazmente en la sociedad del conocimiento. Cualquier profesión  u ocupación  puede ser tan importante y trascendente como uno desee verla y nada puede ser  menospreciado pues surgen para la sobrevivencia, la convivencia,  el servicio, la relación social y el apoyo de los que se rodean para crear proyectos juntos. Lo más importante de escoger una ocupación o profesión y de disfrutarla es hacer a un lado la deshumanización, concientizar esa ocupación  y aprender a amarla. Y, si se descubre que las horas son interminables mientras se desempeña, lo más sano sería empezar a pensar a dedicarse a otro asunto  diferente para llegar a una edad madura y gozar lo que se hace en  “esa educación considerada como un viaje interior, cuyas etapas corresponden a las de la maduración constante de la personalidad”. Delors (1997).

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