martes, 18 de febrero de 2020

FUEGO QUE PROVOCA FUEGO



FUEGO QUE PROVOCA FUEGO
Por: Rosalía Nalleli Pérez Estrada
Dpto. de idiomas. UPTLAX.
¿Se incendió  la Politécnica? Era la interrogante de la noche. La curiosidad, el miedo y el morbo volvieron de esta  interrogante  una constante. Para los que colaboramos en ella, eso nos generó preocupación y quizás, quien no conoce sus venas, se inundó de ese ligero gusto que trae la perversidad cuando ve que alguien avanza. Mientras, a todos los  que preguntaron se les contestó  que no, que sólo  había sido un incidente  de pastizales cercanos, que habían provocado  el rumor y la oportuna intervención hizo que todo avanzara normal. Sin embargo; pensar que pudiese pasarle algo sí provoca miedo. Sobre todo cuando se piensa que en la actualidad es la casa de estudios más importante  del sur del Estado y referente educativo a nivel nacional e internacional y un posible riesgo no es bueno ni imaginarlo.
En ella  han pasado varias generaciones de alumnos cuyo estatus y situación familiar han cambiado. Es una institución  de la que mucho se habla,  pero de la que pocos dicen lo que verdaderamente pasa. Ahí a diario se concentran miles de  sueños y de anhelos y se generan miles de propuestas buscando un cambio. Con estudiantes que vienen de varios estados con fines casi semejantes para modificar su vida y dedicarse a algo. También, en ella hay docentes, administrativos e investigadores que mantienen a una familia de manera honrada. Y si le pasara algo a esta institución  muchos quedaríamos volando, por lo menos, mientras se restablece. Más de 5000 familias seguramente.
Cuando pienso en esa situación, un escalofrío recorre mi mente y la sola idea me provoca tristeza. Sí. Se llama apego pero también se le llama cariño y agradecimiento pues es un lugar donde muchos pasamos el tiempo y hemos logrado amistades y un  trabajo honrado. Los alumnos llegan y aprenden, también se enamoran y se casan. Otros, como en todos lados, un pequeño grupo, muy reducido, solo van a pasar el rato pero todos dejan huella y todos nos enseñan algo. También es  un lugar que ha venido a detonar el desarrollo económico del área, beneficiando a varios municipios cercanos. Un pequeño fuego que dio de qué hablar pero que nos concientiza de la importancia de cuidar y preservar a las instituciones que permiten el cambio.
Nuestro trabajo no es para siempre. Tampoco la gente es eterna. Unos vienen y otros van, pero mientras ella siga existiendo será el centro de reunión del conocimiento para mucha gente que, desde que se empezó a transformar la educación técnica en 26 de febrero de 1916 hasta la creación de las universidades politécnicas en los primeros años del 2000, ha logrado modificar su vida igualmente. Por lo que no estaría de más señalar la importancia de que ese fuego efímero de ayer 17 de febrero del 2020, genere el deseo de cuidarla y de seguirla creciendo, de conservar sus instalaciones y sea también nuestro fuego interior que nos mueva a dar resultados a diario. Para concluir no estaría de más recordar los viejos refranes que nos recuerdan la importancia de seguirnos moviendo: de Dios para abajo, cada quien vive con su trabajo y que hace más el que quiere que el que puede, así como también,  que arrancar un ajo, ¡también cuesta trabajo!.


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