Por: Rosalía Nalleli Pérez-Estrada. Tlaxcala, Tlax., 8 de agosto de 2016.
El miedo puede ser paralizante y un gran amigo del fracaso en la escuela, en cualquier nivel educativo. Cuando no hay autoconocimiento, y se permite uno sentirlo, seguro no se llega a la meta.
Esta emoción también se experimenta cuando nos sentimos vulnerables a los cambios y sus efectos físicos y psicológicos se pueden presentar bloqueando nuestros sentidos, y evitarnos descubrir nuestra verdadera capacidad.
Cuando el miedo es psicológico a veces se manifiesta por medio del estrés. Si es físico, hasta con dolor de estómago. Sea cual sea su orden, la parálisis ante el actuar es obvia. Ocvirk cuando hablaba del miedo a los exámenes y su daño a nivel fisiológico, emocional y cognitivo decía que es normal sentir cierto nivel de ansiedad cuando uno se encuentra frente a una situación que se considera importante, pero que existe problema cuando no se puede controlar y hay en cantidad excesiva que esto permite pensar o actuar incorrectamente, ya que las cavilaciones amenazantes pueden ser tan fuertes que hacen a un lado los conocimientos.
Ante esta situación es interesante reflexionar la frecuencia con la que se ve a gente adulta, que no desea avanzar en sus estudios porque acaba de reprobar una asignatura y porque no acepta sentir el fracaso y prefiere salir huyendo.
También lo pude experimentar recientemente cuando mi hijo, al andar tocando puertas, recorriendo calles durante 4 semanas en su servicio social, invitaba a decenas de adultos mayores para que realizaran su examen de primaria o secundaria para lograr su certificado de educación básica y ellos respondían que no a su invitación ¡porque no deseaban reprobar el examen!.
El miedo al fracaso o a reprobar les impedía avanzar, a pesar de ser una oportunidad que la vida les estaba dando al permitirles lograr, en esta nueva campaña de mostrar logros educativos, que por medio de un examen repleto de preguntas lógicas tenían que contestar.
También, he podido percibir al miedo en quien debe de aprender un idioma y prefiere hacerse a un lado, que mostrarse así mismo su capacidad de lograr ese aprendizaje que le puede servir para aprobar un examen de certificación, o hacer un viaje.
Indudablemente, no sólo es el miedo en juego. También la ansiedad y la autoestima tienen mucho que ver con esta relación de miedo-atrevimiento que quizás fuimos aprendiendo poco a poco en la escuela y en la familia.
Sin embargo, en un ejemplo de vida, la abuela Albertina nos mostró también que, cuando se es demasiado maduro y ya no se tiene mucho que perder se puede uno aventurar a buscar su CURP para completar su expediente y poder hacer el examen de secundaria.
Una mujer de 73 años de edad, con hijos, nietos y biznietos; que movida por la ilusión de presentar su examen en día domingo en las instalaciones de INEA acudió emocionada para que más adelante le dieran su certificado de educación secundaria.
Y, mientras buscaba entre su folder desvencijado también su certificado de primaria, se podían apreciar las canas en su cabeza y cómo las arrugas de los años rodeaban sus hermosos ojos llenos de ilusión, olvidando el miedo al fracaso, a la burla o al ridículo.
El día de su examen, se presentaría puntual al lugar de aplicación y seguramente descubriría que no era la única que haría ese examen. Ese día, seguramente habría más de 7 personas ahí reunidos, para lograr su propósito trunco que por alguna razón no habían concluido. Seguro habría más gente con ella.
Éste es el caso de mucha gente en México que no tuvo la oportunidad de culminar sus estudios que debe dejar cerrado un pendiente. Albertina, a sus 73, sabía que ese documento ya no le serviría para conseguir trabajo, para ser recomendada o para ser promocionada, sin embargo, seguro le gustaría estudiar también la preparatoria. Ejemplo de sueño y perseverancia de una persona que ama la vida, que no desea quedarse con pendientes.
Indudablemente los logros no sólo llegan por dinero. Depende en gran medida de querer hacer las cosas y de aprovechar las oportunidades para ser mejor. Nadie nos da la fortaleza para avanzar más que toda la historia que nos rodea y la voluntad de querer lograr los sueños que tuvo uno de niño.
Entonces, ¿por qué dejar botado algo que estamos disfrutando? Culminar los estudios, lograr una certificación, o un diploma es algo que se debe perseguir aunque se esté ya viejo. Quizás la única diferencia que exista entre alguien que logra llegar lejos y alguien que se queda rezagado es el gane que se tiene ante los miedos.
rosalia_na@hotmail.com
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