miércoles, 13 de julio de 2016

A TRABAJO HONESTO, ADMIRACIÓN SEGURA.

A TRABAJO HONESTO, ADMIRACIÓN SEGURA.
Rosalía Nalleli Pérez-Estrada

Trabajar con amor y pasión podría lograr que los años pasen como si fueran segundos…significaría entregarse incondicionalmente a la actividad que más se ama, igual que como se entrega uno al amor eterno. ¿Su recompensa? Lograr el éxtasis con la actividad terminada o con un escrito bien intencionado. En cambio, el trabajo hecho por reconocimiento o aumento de sueldo profundiza el vacío interno del insaciable.  De eso se trata motivarse de manera intrínseca para el trabajo: descubrir el motor que nos mueve hacia el mundo a diario para cumplir con nuestra misión de nuestra más valiosa empresa que es la vida, para aspirar a lo eterno.  Si esta forma de ver el trabajo fuera la visión de los millones de humanos que cohabitamos, viviríamos placenteramente de los resultados y del disfrute, dando siempre lo mejor de sí.
Quizás Mayola Tuxpan Zempoaltecatl sintió esta agradable sensación cuando recibió, por mucha gente, una emotiva despedida de trabajo como enfermera  después de 27 años de servicio, en una de las clínicas del seguro social de nuestro estado.  Su última checada y su último día de trabajo en ambulancia se hicieron entre aplausos, flores, mariachis  y palabras de reconocimiento por su entrega al servicio y cuidado de los enfermos, que se sanaron o que la vieron por vez última, por el área que le tocaba cubrir. Los elogios y las porras fueron la música melancólica de fondo de la despedida, mientras con los ojos llenos de añoranza planeaba qué hacer otros 27 años más. Los presentes le vitoreaban con orgullo y entusiasmo este gran paso y ella, en silencio, quizás recordaba miles de imágenes y de espacios visitados y su corazón se regocijaba emocionado planeando el tiempo futuro para disfrutar a su familia, ligeramente abandonada por su gran responsabilidad. Finalmente la despedida era una celebración por todos sus logros y su dedicación. Ojalá fuera posible vivir esa misma emoción del momento, en la despedida de un funcionario público cuando se va; aplaudiendo su entrega, sus resultados y beneficios logrados para los demás y no lamentando su propio fondo.
El nombre de Mayola, al igual que millones de nombres más de gente trabajadora y honesta, de la empresa o de la escuela, no quedará grabado en ninguna piedra tallada, no recibirá homenajes, ni se pondrá su imagen en las oficinas del gobierno junto a la foto de los “ilustres”. Tampoco tendrá un monumento, ni pasará a la historia del Estado o del País. Este se perderá en el recuerdo con los años. Sin embargo, el orgullo de saber que trabajó honestamente, con ética y responsabilidad, le permitirá a ella salir a la calle con la cara en alto, el corazón tranquilo y la satisfacción de haber cumplido con su misión.
 Por otro lado, en una situación 100% diferente, sin esperanza terrenal y en un lugar donde la oportunidad se queda estática por siempre, seguramente el padre Alfredo se llevó esta satisfacción también de haber cumplido al terminar un ciclo completo de vida. A él no le dio tiempo Dios de experimentar la sensación de la despedida agradecida, porque seguramente la experimentaba siempre y después de cada sermón o de cada confesión y ya estaba preparado. Su trabajo -de carácter sin igual- nos ayudó a muchos a saber que Dios nos había perdonado por cualquier error cometido y a seguir confiando en su llegada. Él respiraba en paz consigo mismo y se fue con la despedida y con la gran admiración por su diaria misión de convencer a la gente que estamos para convivir y no para ayudar al otro a caer. Su verdadero éxito consistió en conocer a su corazón puro. Aquél que no compite con nadie y no hace daño a nadie y que de hecho, le sirve a uno de tal manera que sirve a otros al mismo tiempo, como decía Fisher (2001).
Se toma el ejemplo de estas dos queridas personas para generar la reflexión del vivir y del hacer en vida, mientras vienen a la mente las palabras de Lawson, quien decía que existimos temporalmente a través de lo que tomamos, pero alcanzamos la eternidad por medio de lo que damos. No importa la actividad a la que uno se dedique, escritor, docente, enfermera, sacerdote o gobernador electo: El Marco de la diferencia radica en las decisiones propias y adecuadas,  de tomar la responsabilidad de sus propias acciones y no de la obediencia ciega con el que ya se va. Por su parte, y relacionándolo con el tema, Cullen Hightower decía que la verdadera medida del valor de una persona incluye todos los beneficios que su éxito aportó a los demás. Con esto, vale la pena pensar cuál es el verdadero reto de lo que está por venir y por hacer para el que va a iniciar un mandato por ejemplo;  para que su trascendencia sea verdadera y única al transitar por un puesto tan importante y dejar huella, no pisando los mismos pasos de los oligarcas que están por dejar el poder. La rebeldía de la Juventud se hace necesaria para trascender, recibir la bendición eterna que cubra de manto a sus  herederos, por lo que la desobediencia a la vieja escuela, que le impide innovar, se vuelve urgente.
Su decisión debe de ser original y futurista, para planear y lograr la trascendencia original a cien años, basada en sus resultados. No por la obediencia ciega a los que minimizaron la oportunidad de hacer para merecer el respeto. Si sus acciones no fueron buenas ya tuvieron la oportunidad y la desperdiciaron. El reto es descubrir que en el poder de gobernar hay oportunidad de manifestarse a la vida con una nueva misión original y personal. Es eliminar el sometimiento para no repetir errores, y conducirse a la innovación disruptiva, eliminando el pensamiento antagónico y adoptando el pensamiento paralelo, que guíen hacia el cambio, amigo de la eternidad y del recuerdo imperecedero del que agradece y nunca maldice. Todo esto para que cuando su mandato termine, se vaya igual que Mayola, con la frente en alto y la satisfacción de haber cumplido. Finalmente, para concluir no estaría de más pensar en lo que Og Mandino (2009:88)  decía,  que tenemos solo una vida y la vida nada es sino una medida del tiempo. Cuando malgastamos una destruimos al otro. Si malgastamos el hoy destruimos la última página de nuestra vida. Por lo tanto, -decía-, tratemos con ternura y afecto cada hora, porque no retornará jamás. No puede conservarse el hoy para ser usado mañana…¿quién puede atrapar el tiempo?.


 ESCRITO PUBLICADO EN EL PERIÓDICO SÍNTESIS. Fecha de publicación: 9 de julio del 2016.